Por Pablo Solovera
Reparto: Thomas Solivérès, Olivier Gourmet, Mathilde Seigner, Tom Leeb, Lucie Boujenah, Alice de Lencquesaing, Clémentine Célarié, Jean-Michel Martial, Dominique Pinon
Dirección: Alexis Michalik
Género: Drama, Comedia, Histórico
Clasificación: +14
Duración: 1h 52m
Sinopsis: París, 1897, en plena Belle Époque. Edmond Rostand es un dramaturgo prometedor. Pero todo lo que ha escrito ha sido un fracaso y ahora sufre una parálisis creativa total. Gracias a su admiradora, la gran actriz Sarah Bernhardt, conoce al mejor actor del momento, Constant Coquelin, que insiste en interpretar su próxima obra. Y, además, quiere estrenarla dentro de tres semanas. El gran problema para Edmond es que todavía no la tiene escrita. Solo tiene el título: “Cyrano de Bergerac” (Filmaffinity)
El cine francés es, sin lugar a dudas, diferente a lo que llega a nuestras carteleras generalmente, pero se ha logrado abrir paso a públicos más diversos, principalmente con dramas muy cargados de emoción. De la mano de Alexis Michalik, joven actor, guionista, además de director de cine y teatro francés-británico, llega “Cyrano, Mon Amour”, una drama-comedia histórico, basado en la historia de Edmond Rostand, un poeta y dramaturgo francés que vivió entre los siglos XIX y XX y alcanzó el máximo renombre con su obra “Cyrano de Bergerac”, quien fuese también escritor, entre varias otras cosas.
Mientras sigue la historia de Rostand y las penurias que debe sufrir para escribir, montar y estrenar la obra de teatro, vemos rápidamente su entorno y su relación con este y de donde va encontrando su inspiración, principalmente en la dinámica entre el dramaturgo y Jeanne, una mujer que su amigo, el actor Léo, intenta cortejar. El pseudo triángulo amoroso formado entre estos tres, junto a sus conversaciones con Honoré, el dueño del café que frecuenta para ir escribiendo su prosa y los intercambios con Constant Coquelin, el actor que interpretará a Cyrano en la obra son el motor principal que va moviendo a Rostand de un punto a otro a ritmo acelerado.
Este ritmo acelerado, no tan común en el cine francés, es algo que diferencia a “Cyrano, Mon Amour” de otros dramas históricos que se enfocan demasiado en detalles y precisiones. Aquí, Michalik no está tan interesado en la exactitud de su relato, sino en su funcionalidad, lo que lamentablemente convierte a Rostand en un personaje con muy poca agencia en su camino, recibiendo inspiración y convirtiendo, pero careciendo de una motivación clara para sus actos. Aun así, la película logra sortear el obstáculo de un personaje con pocas motivaciones dándole una al mismo comienzo una fecha límite para el estreno, y cuando tus personajes tienen una fecha límite, sus acciones deben ser rápidas, porque las consecuencias son duras. Gracias a esto, es fácil poder creer que un personaje, basado en el verdadero histórico dramaturgo, pueda realizar ciertos actos terribles que desafían la moral, sin ponernos en contra de su personaje y generando inmediata empatía.
La apelación a las emociones del público son muy importantes en la historia, debido a que existe un momento de quiebre en la película que nos impregna de ese fuego interior revolucionario y contestatario tan francés, lo que es necesario para que nuestra inversión en la película se sienta tremendamente recompensada, porque somos parte de esta compañía de teatro, conocemos a sus integrantes y lo que han pasado para atreverse a hacer lo que hacen. Así, el resto de los personajes ayuda a la fluidez de la historia, gracias a su tremendo carisma y una elección de elenco que, sin lugar a dudas, fue precisa, destacando el talento de cada uno de los actores que participa en la película, aportando cada uno cosas distintas y complementando entre sí lo que traen a la narrativa, de una forma que cada personaje sea un mundo en sí mismo, lleno de drama de la forma clásica, probablemente gracias al historial en la dramaturgia de su director, que logra hacer que una película acerca de una obra de teatro se sienta como una obra de teatro por sí misma.
Y es este mismo formato teatral que le entrega libertades a “Cyrano, Mon Amour” de ir creciendo en el transcurso de la película, tomando giros inesperados y que se sienten improvisados, como tal sucede en el mundo del teatro a veces, pero que obviamente están cuidados hasta el mínimo detalle. Mientras Rostand va enfrentándose a sí mismo, su mayor enemigo y crítico, y teniendo que solucionar crisis que llegan hasta él, irá modificando “Cyrano de Bergerac”, su obra, y haciéndola crecer, pasando de los tres actos de la estructura clásica y tradicional de la narrativa a poseer cinco actos y, al mismo tiempo, “Cyrano, Mon Amour”, la película, se puede desglosar en la misma cantidad de actos, si así se gusta. Quizás es el mismo interés de su director de destacar el que hace que la historia no se apegue a la realidad histórica, la que probablemente sea bastante más aburrida, creando conflictos “de teleserie” con resoluciones predecibles pero, a veces, no se trata de reinventar la rueda; mientras se pueda hacer que gire distinto, ya tenemos algo que destaque. Y así lo logra Michalik, con una sutileza que pareciera que no le costó mucho esfuerzo.
Para una película que, precisamente, trata de la historia detrás de bambalinas, es lógico que el trabajo real detrás de cámaras sea igual de impecable y preciso. En ningún momento vemos las penurias que pasó su equipo para convertir las calles de Praga en República Checa en una réplica precisa de París a fines del Siglo XIX, en plena Belle Epoque, o que Michalik demoró más de 15 años en poder convertir en realidad la idea que tuvo tras ver “Shakespeare In Love” en 1999, la que reconoce como la gran inspiración de “Cyrano, Mon Amour”, porque solo se aprecia la hermosa puesta en escena que ubican, cuidando cada detalle, pero sin convertir la película acerca de los detalles, sino de el producto final, como si se tratase de un reloj.
Conclusión: una película que no viene a reinventar el género, con una historia derivativa de otras y que no busca apelar a la realidad histórica, enfocándose en la valentía de sus personajes, representados por un elenco sublime, un trabajo detrás de cámaras preciso, se mueve con una rápida narrativa, llena de situaciones memorables y pocos momentos para respirar, que trae la comedia a un hermoso drama, mientras le entrega drama a una graciosa e inteligente comedia, logrando ubicarla en un punto preciso entre las lágrimas y las risas para hacerte sentir satisfecho, casi como un buen plato de comida francesa. Sin importar cuál género esperabas o disfrutas más, “Cyrano, Mon Amour” te lo entrega y sirve como una introducción al cine francés mucho más digerible que otras películas, teniendo además suficiente material para apelar al más erudito y a quien solo quiera divertirse por un poco menos de dos horas.
9/10
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