Reparto: Anya Taylor-Joy, Harry Melling, Thomas Brodie-Sangster, Marielle Heller, Moses Ingram, Bill Camp, Isla Johnston, Annabeth Kelly, Marcin Dorocinski, Jacob Fortune-Lloyd
Creadores: Scott Frank, Allan Scott
Género: Drama
Clasificación: +16
Episodios: 7
Plataforma: Netflix
Sinopsis: En los cincuenta, una joven de un orfanato descubre que tiene un increíble don para el ajedrez y recorre el audio camión a la fama mientras lucha contra las adicciones (Netflix)
El guionista y ocasional director vuelve a la carga en conjunto a Netflix gracias a la adaptación de “Gambito de Dama”, la novela del autor norteamericano Walter Tevis, y cuenta en su reparto con muchos rostros familiares, donde destacan Anya Taylor-Joy, Harry Melling y Thomas Brodie-Sangster, entre varios. En el últimamente muy exitoso formato de miniserie, cuenta la historia de Elizabeth Harmon, una huérfana prodigio del ajedrez, en apenas siete episodios.
La serie toma un riesgo desde el comienzo al mostrarnos a Beth como una estrella del ajedrez por unos minutos antes de utilizar un flashback para volver a su infancia, teniendo que hacer que su ascenso a esta posición sea interesante y creíble, pero esto no pasa a ser un problema debido a su narrativa después de un primer episodio algo lento que sirve de historia de origen. Beth se presenta como un personaje que no produce mucha empatía, lo que va cambiando poco a poco en la serie mientras vamos entendiendo sus dolores y su soledad.
Desde su segundo episodio la serie toma un ritmo vertiginoso, donde cada momento cuenta, y comenzamos a ver más a la Beth que esperamos, caracterizada por Anya Taylor-Joy, quien se ve totalmente creíble como adolescente. Desde el momento en que abandona el frío mundo del orfanato, también se le abren la puertas a la realidad, donde el ajedrez no podrá ser su único escape a la rutina. Beth todavía no logra generar una total empatía, hasta que la vemos luchar contra la sociedad machista que la rodea, entendiendo la época en que vive, y la frustración de Beth de tener que enfrentarse a cosas que no pidió. Sus adicciones, que comienzan en el primer episodio, se hacen más latentes, y su personalidad va formándose a una persona testaruda.
A pesar de que el Ajedrez es un protagonista más de la historia, no es tan presente en pantalla, por temas prácticos, pero cada vez que vemos una partida, es un verdadero espectáculo, gracias al trabajo de edición que logra generar unas secuencias que te tienen con el corazón a mil, aunque sabemos que nuestra inversión en esto es poca, porque entendemos que Beth llegará muy lejos. Durante la historia se establecen varios antagonistas en forma de rivales, siempre en el formato de un respeto mutuo y jamás recurriendo a argumentos absurdos como sabotajes, trampas o mentiras. Beth, mientras tanto, continúa buscando un propósito y su estatus va subiendo, lo que aumenta sus problemas con las drogas gracias a su creciente vida como rockstar.
Cuando la historia llega al punto donde comienza “Gambito de Dama”, y empezamos a entrar en terreno desconocido, es cuando nuestra relación con Beth crece, y empezamos a sentir su frustración, su dolor, y vemos que cada acto de Beth, hasta el más mínimo, tiene consecuencias, aunque también esto hace que el argumento se vaya repitiendo un poco a lo largo de sus episodios.,
Cuando la serie va alcanzando su final, uno cree entender el destino que tendrá Beth, pero la serie escapa de esto debido a que logra, en un buen sentido, no generar expectativas porque cualquier cosa que ocurra, puede ser posible gracias al ingenio de Beth Harmon. La serie no necesita alejarse de su esencia para sorprender porque, mientras vemos crecer a Beth como persona, solo queremos lo mejor para ella.
Una serie hermosamente planteada desde las tonalidades cálidas, con una cámara que siempre sabe dónde ubicarse y una banda sonora que ayuda a aportar a los distintos ambientes que se van creado, que escapa de clichés como ver a Beth cometiendo errores absurdos para sumarle drama, o incluso rechaza ese ideal tan propio del contexto (Guerra Fría) de imponer el “miedo al comunismo”, burlándose directamente de estas prácticas.
La gran caracterización de Beth por Anya Taylor-Joy no es la única actuación a destacar, debido a que todo el casting tiene algo que entregar. La relación que forma con Schaibel (Bill Camp), su primer mentor, es firme, pero a la vez dulce. La sutileza que trae a la serie Townes (Jacob Fortune-Lloyd), el humor de Jolene (Moses Ingram) o de Alma Wheatley (Marielle Heller), la dulzura de Harry Beltik (Harry Melling), la frialdad de Vasily Borgov (Marcin Dorocinski) o la conflictiva personalidad de Benny (Thomas Brodie-Sangster), demuestran que cada actor fue, sin lugar a dudas, la mejor decisión para los papeles, y van creando un círculo de protección alrededor de su protagonista que se siente orgánico y lleno de preocupación sincera, casi como una familia, pero también creciendo cada uno en sus propios conflictos personales.
Esta inusual combinación entre serie de deportes, drama, thriller y coming-of-age, va creciendo con nosotros y los aprendizajes de Beth también son enseñanzas para nosotros, sintiendo la ansiedad que siente al jugar una partida de ajedrez, sufriendo su dolor en la lucha por las adicciones, y entendiendo su miedo a pedir ayuda o confiar en otros. En apenas siete episodios, “Gambito de Dama” te tiene al borde del asiento con las partidas de ajedrez, sin entender lo más mínimo de cómo se juega este deporte, y creas una verdadera sensación de conexión con sus personajes gracias a las perfectas actuaciones y a su planteamiento creíble, desde cada detalle que te hace sentir viendo una historia de los 50/60, pero al mismo tiempo siento suficientemente contemporánea en su temática feminista y lucha contra las drogas y adicciones, pero sin hacerlo de una forma ridícula. Sus únicos problemas recaen en la ciclicidad de sus argumentos y en su corta duración, debido a que uno o dos episodios más habrían ayudado a cerrar la historia de manera un poco menos apresurada, no obstante de su satisfactoria conclusión. Una serie como las que ya no se hacen, en el mejor sentido posible.
9/10
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