Review "Pienso en el Final", una historia surrealista acerca de todo y nada
- Demencia Cinefila
- 5 sept 2020
- 4 Min. de lectura
Por Pablo Solovera
Reparto: Jesse Plemons, Jessie Buckley, Toni Collette, David Thewlis
Dirección: Charlie Kaufman
Género: Drama, Thriller
Clasificación: +18
Duración: 2h 14m
Sinopsis: Nada es lo que parece cuando una mujer repleta de dudas sobre su reciente relación amorosa acompaña a su novio a un viaje en carretera a visitar la granja de sus padres (Netflix)
Hablar de Kaufman es hablar de la historia del cine. El guionista, novelista y director norteamericano de 61 años se ha caracterizado por escribir un cine poco tradicional, manejando temporalidades abstractas, temáticas fuertes y una narrativa sutil y armoniosa. Sus historias son, en palabras simples, distintas. Desde “¿Quiéres Ser John Malkovich?”, que el guionista daba a entender su postura en el cine y, tras el éxito de “Eterno Resplandor De Una Mente Sin Recuerdos”, dirigida por el francés Michel Gondry, se aventuró a la dirección con la sorprendente “Synecdoche, New York”, seguida de la brillante “Anomalisa”. Hoy, continúa el sendero de un cine que busca torturar nuestros cerebros de forma constante
Uno tiende a apurarse en catalogar a las películas de “buenas” o “malas” según la perspectiva personal (te gustó vs. no te gustó), pero esas categorías no alcanzan para películas como “Pienso en el Final”. Películas como ésta requieren un pensamiento crítico para analizar cada escena y detalle que ocurre; se beneficia fuertemente de su formato online (a través de Netflix), porque invita a pausar, retroceder, cuestionar todo, pero su mayor virtud está en que también podemos no hacer nada de esto y, de todas formas, disfrutar una increíble obra por dos horas.
¿De qué trata la película? Es una historia muy simple, que ha sido contada miles de veces: Jake lleva a Lucy, su nueva y reciente novia, a conocer a sus suegros fuera de la ciudad, lo que se convierte en un ajetreado y peligroso viaje de carretera bajo una tormenta de nieve. Obviamente, eso es solo lo superficial de la película. Finalmente, el viaje y la visita son solo puntos narrativos para poder contar la historia, y no son la historia en sí. Prácticamente todo sería reemplazable, porque la película no es el “que pasa”, si no el “cómo se cuenta”: todo lo que ocurre, pasa en función del mensaje que está detrás.
No es posible analizar a los personajes. Jake, sus padres, y Lucy no se construyen como personajes tradicionales, debido a la estructura cambiante de la historia y, de no ser por las actuaciones deslumbrantes de un grupo de actores que desbordan talento, sería muy difícil de seguir el tormentoso sendero narrativo de Kaufman. Los personajes, al contrario de lo normal, no van creciendo con el tiempo y superando sus problemas, dejando más claras sus intenciones: al contrario, cada escena hace menos claras las intenciones. La película posee diálogos antinaturales, constantes interrupciones entre personajes que parecen saber lo que el otro piensa o dirá, que se asemejan a breves monólogos que interactúan como diálogos, sin conectar realmente entre sí. Existe una constante reiteración de argumentos, ideas o conceptos, inexplicables giros entre géneros, y situaciones que ponen en duda la misma credibilidad de sus personajes. Todo esto debería quebrar la verosimilitud que funciona como adhesivo en la historia, pero no. Nada de esto logra dañar el sólido pacto tácito que corresponde a la suspensión de la incredulidad.
Suena curioso pensar que una película de más de dos horas pueda transcurrir en tan pocos espacios, pero la creatividad para mostrarlos permite esta libertad, y no representa limitación alguna.
Las constantes referencias y críticas a otras obras van construyendo la meta-película que es “Pienso en el Final”, que se apoya en un equipo completo dedicado a mantener al espectador creyendo lo que vemos. El trabajo de vestuario, maquillaje, dirección de arte, fotografía, sonido, entre otros, demuestran el cuidado en la obra, a la que no se le escapa ningún detalle e, incluso, de ocurrir así, puede justificarse bajo esa vieja estrategia de “un hechicero lo hizo”. En este caso, el hechicero es el mismo Kaufman y su habilidad, ganada con derechos, a modificar todo a su gusto.
Seamos sinceros: podría estar hablando de la última película de Kafuman por muchas horas y, créanme, así será: “Pienso en el Final” es una producción que pasará a la historia, pero no es una película de la que vamos a querer leer, es una película para ver. No hablemos de entender o disfrutar: solo ver. Y para verla, hay que realmente verla. Sin distracciones, sin cargas emocionales previas, porque la película posee su propia emotividad que te va a impregnar de una extraña ansiedad ajena, una curiosidad terrible y una sensación de confusión profunda. Es una cinta que define muy bien la importancia del camino y no de la meta. No sabemos realmente hacia dónde van nuestros personajes, pero en el fondo no importa. Disfruta el paisaje, pero te lo advierto: no hay vuelta atrás cuando se acabe. Una vez que la termines de ver, eres una persona nueva, para bien o para mal.
10/10
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