Por Pablo Solovera
Reparto: Alfredo Castro, Lars Rudolph, David Pantaleón, Lola Rubio, Alejandro Goic
Director: Théo Court
Género: Drama
Clasificación: n/a
Duración: 1h 40m
Sinopsis: En el preludio del siglo XX, Pedro llega a Tierra del Fuego para fotografiar el enlace de Mr. Porter, un poderoso latifundista, con Sara, una niña que se convierte en su obsesión. Tratando de capturar su belleza inocente, traiciona al poder que domina este territorio y que le despoja de sus privilegios obligándolo a integrarse en una sociedad que convive con el genocidio de los nativos Selk'nam, del que acaba siendo participe y cómplice por medio de sus imágenes. (El Viaje Films)
Una co-producción entre España, Francia y Chile, relata una historia que parece ser sacada de un libro de antaño, con personajes llenos de defectos y cuestionable moral que solo con la visión moderna hemos podido detectar. Dirigida por el chileno-español Théo Court, ha recibido premios en el Festival de Cine de Venecia y de Toulouse, y llega de manera online al país gracias al 16º Santiago Festival Internacional de Cine (Sanfic).
Lo primero que llama la atención en “Blanco en Blanco” es el paisaje. Grabada en Tierra del Fuego, logra enmarcar la belleza de la desolada y misteriosa isla al sur de Chile, otrora tierra de los Selk’nam u Onas. El gélido paraje se convierte en un personaje más en la historia, y su aspecto atemporal es un punto fuerte que ayuda a la historia a ubicarse de forma correcta en “el pasado”, fijando un contexto como comienzos del Siglo XX, sin necesidad de entregar fechas, gracias al preciso trabajo en la fotografía, con escenas iluminadas en precisos y barrocos claroscuros a luz de vela y con momentos sacados de pinturas renacentistas, o en el arte y los detalles en las vestimentas y objetos, o la cámara que utiliza Pedro, el protagonista de la historia.
Los personajes de la historia son seres llenos de fallas y pocas virtudes, una idea difícil de trabajar y que costaría aplicar en una película en donde se busca contar la historia de héroes, pero eso no es lo que Court quiere hacer con “Blanco en Blanco”. A pesar de su sutileza a la hora de hacerlo, entre sus sublimes y precisos planos secuencia, las miradas cómplices y los actos de sus personajes, el joven director cuenta una historia mucho más grave, escondida en la belleza de su película. En primera instancia, está el nauseabundo matrimonio de un poderoso e invisible Mr. Porter con una literal niña, y la posterior obsesión sexual enfermiza de nuestro protagonista con ella; luego están los abusos cometidos por los peones del latifundista y, lo más relevante: el genocidio Selk’nam ocurrido en Tierra del Fuego entre el Siglo XIX y XX, donde se exterminó en casi su totalidad a los habitantes originales de la isla. La brutalidad de estos hechos, que fueron perpetrados en la realidad por Julius Popper, entre otros, es reflejada de manera perspicaz en la cinta, sin ahondar totalmente en su naturaleza.
Esta elegancia a la hora de contar la historia, dejando el juicio y la condena en el análisis y no teniendo un personaje que exprese su malestar en pantalla, hacen todavía más latente el hecho de que nadie detuvo esta horrible matanza en su momento. El impasible Pedro no se ve afectado por las horrendas cosas que ve y hace, y en ningún momento uno busca identificarse con ninguno de los personajes, gracias a las actuación del siempre impecable Alfredo Castro, y el resto del elenco que genera un rechazo profundo, haciendo fácil conectar con las víctimas de estos crímenes: la joven Sara y los Selk’nam.
Quizás su único problema es una sensación inconexa entre ambas historias de la película, no pudiendo comprenderse con claridad la extensión de su narración, pero eso no le resta la importancia a la historia que se cuenta en “Blanco en Blanco”, ni a su increíble trabajo artístico detrás. Court demuestra que es posible enviar un mensaje crítico a través del cine de autor, sin tener que ser explícito o grotesco.
Una historia necesaria de contar para poner en conocimiento de la gente el violento y brutal genocido Selk’nam ocurrido en el sur de nuestro país y Argentina, además de otros horrores de la época, pero escondido de forma delicada bajo capas de bellos paisajes, grandes actuaciones, de forma sutil e inteligente. Una sólida condena a hechos que no deben jamás ser olvidados ni perdonados, que nos deja con un sabor amargo en la boca, cuestionándonos cómo es posible que haya existido tanto horror en el mundo, pero también dejando ver que esos mismos horrores se siguen repitiendo hasta el día de hoy en diversas culturas.
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